hábitos personales inadecuados, incluso sabiendo que causan mortificación o sufrimiento a otros.
Frecuentemente la negligencia va unida al orgullo y al egoísmo.
La influencia inadecuada del ambiente se refiere a las condiciones externas que refuerzan nuestros defectos e imperfecciones.
Por ejemplo, el relativismo generalizado socialmente, según el cual, no existe una verdad o un bien objetivo que
sirva de punto de referencia para tomar decisiones y llevar una vida conforme a esos parámetros, sino que cada persona puede llevar la vida que desee sin mayores cuestionamientos éticos, morales o religiosos, dejando a la conciencia de cada uno(a) esa valoración.
Nuestros actos están regulados
por la inteligencia y la voluntad, en virtud de las cuales podemos ejercer procesos de discernimiento y control de los actos y decisiones.
Una forma de avanzar en
el crecimiento personal y la santificación, consiste en aplicar tres procesos basados en la inteligencia y la voluntad:
1. Purificación.
Consiste en eliminar aquellas características o rasgos que causan daño a otros y a nosotros mismos.